Los modelos emergentes de medicina prepagada digital, como SIS Global, no son una moda tecnológica, sino una respuesta adaptativa a la fragilidad del sistema sanitario. Su lógica combina cuotas bajas, alto volumen, digitalización y redes de prestadores, ampliando el acceso a servicios básicos para poblaciones previamente excluidas. Esto puede ser socialmente valioso, pero no es éticamente neutro. Desde la bioética de la gerencia en salud, el impacto real del modelo depende de cuatro condiciones: beneficencia efectiva (capacidad resolutiva, no solo acceso), no maleficencia estructural (evitar fragmentación y precarización clínica), justicia distributiva (equilibrio entre sostenibilidad financiera y dignidad profesional) y autonomía (transparencia absoluta sobre coberturas y límites). Para el CCMRM, analizar estos modelos con rigor —sin descalificación ni ingenuidad— es una decisión estratégica. Estar a la vanguardia implica anticipar, definir estándares éticos propios y decidir con evidencia. La pregunta no es si estos modelos existen, sino bajo qué reglas éticas y de gobernanza clínica pueden coexistir con una medicina privada responsable.