Jun 11, 2025 | Bioetica

Cardiología y Ambiente: Una Alianza Estratégica para el Desarrollo Sostenible en el Marco de la Fundación Kyoto

La crisis ambiental global es también una crisis del corazón. Contaminación del aire, olas de calor, ruido urbano y pérdida de espacios verdes inciden directamente en la salud cardiovascular, exacerbando infartos, arritmias, hipertensión y muerte súbita. La cardiología, como especialidad con alta carga de enfermedad y responsabilidad social, no puede permanecer indiferente. Este artículo propone un nuevo paradigma: una cardiología ambientalmente responsable, capaz de contribuir activamente al desarrollo sostenible. A través de intervenciones clínicas ecoéticas, como el cuidado del bosque cardioprotector o la mitigación de la huella hospitalaria, la cardiología puede liderar acciones concretas para la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), especialmente en lo relativo a salud (ODS 3), ciudades sostenibles (ODS 11), acción climática (ODS 13) y vida de ecosistemas terrestres (ODS 15). Cuidar del corazón y cuidar del planeta son hoy una misma tarea ética, científica y estratégica.

Cardiología y Ambiente: Una Alianza Estratégica para el Desarrollo Sostenible en el Marco de la Fundación Kyoto

La crisis ambiental global es también una crisis del corazón. Contaminación del aire, olas de calor, ruido urbano y pérdida de espacios verdes inciden directamente en la salud cardiovascular, exacerbando infartos, arritmias, hipertensión y muerte súbita. La cardiología, como especialidad con alta carga de enfermedad y responsabilidad social, no puede permanecer indiferente. Este artículo propone un nuevo paradigma: una cardiología ambientalmente responsable, capaz de contribuir activamente al desarrollo sostenible. A través de intervenciones clínicas ecoéticas, como el cuidado del bosque cardioprotector o la mitigación de la huella hospitalaria, la cardiología puede liderar acciones concretas para la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), especialmente en lo relativo a salud (ODS 3), ciudades sostenibles (ODS 11), acción climática (ODS 13) y vida de ecosistemas terrestres (ODS 15). Cuidar del corazón y cuidar del planeta son hoy una misma tarea ética, científica y estratégica.

Una nueva era para la medicina cardiovascular

La humanidad atraviesa un punto de inflexión. La crisis climática, la contaminación atmosférica, la pérdida de biodiversidad y el deterioro de los ecosistemas no solo amenazan al planeta, sino también a la salud humana, particularmente a la salud cardiovascular. En respuesta a estos desafíos, la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó en 2024 el Pacto para el Futuro, reafirmando el compromiso global con la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), y haciendo un llamado urgente a transformar los modelos de desarrollo, producción, consumo y gobernanza en función de la dignidad humana y la sostenibilidad del planeta (1).

En este contexto, el campo de la cardiología no puede permanecer al margen. Las enfermedades cardiovasculares siguen siendo la principal causa de muerte en el mundo, y existe una creciente evidencia de que los factores ambientales —tales como la polución del aire, el ruido, el calor extremo, los incendios forestales y los contaminantes persistentes— actúan como determinantes significativos del riesgo cardiovascular (2). A pesar de ello, los sistemas de salud y las agendas clínicas continúan priorizando exclusivamente los factores de riesgo tradicionales, sin integrar de manera sistemática los determinantes ecológicos de la salud.

La interdependencia entre ambiente y salud cardiovascular exige un nuevo paradigma. Más allá del enfoque biomédico tradicional, se requiere una perspectiva que articule ciencia, ética, política pública y sostenibilidad. Esta es la premisa fundamental de este artículo: proponer una nueva mirada bioética y estratégica en la que la cardiología asuma un papel activo en la transición hacia un modelo de desarrollo sostenible.

Inspirados en los principios fundacionales de la Fundación Kyoto —que promueve la justicia climática, la equidad intergeneracional y la corresponsabilidad global— planteamos la necesidad de un convenio cooperativo que permita articular esfuerzos entre instituciones sanitarias, académicas y ambientales. Este convenio tendría como objetivo posicionar a la salud cardiovascular en el corazón de la acción climática, reconociendo que cuidar del corazón también implica cuidar del planeta.

Evidencia científica: el ambiente como determinante cardiovascular

Durante décadas, la medicina cardiovascular ha centrado su atención en los factores de riesgo tradicionales como la hipertensión arterial, la diabetes, la dislipidemia, el tabaquismo y los antecedentes genéticos. Sin embargo, una creciente cantidad de estudios epidemiológicos, experimentales y de salud pública demuestra que los factores ambientales —frecuentemente subestimados— también desempeñan un papel crucial en la génesis, progresión y descompensación de las enfermedades cardiovasculares (2).

La exposición crónica a la contaminación atmosférica, particularmente a las partículas finas en suspensión (PM2.5), ha sido asociada de forma consistente con un aumento en la incidencia de hipertensión arterial, infarto agudo de miocardio, accidente cerebrovascular y muerte súbita cardíaca (2). Estas partículas, generadas principalmente por la quema de combustibles fósiles y procesos industriales, inducen estrés oxidativo, inflamación vascular, disfunción endotelial y trastornos del ritmo circadiano. Su efecto puede ser tanto agudo —provocando rupturas de placa aterosclerótica— como crónico, acelerando la progresión de la aterosclerosis (2).

A ello se suma el impacto de los eventos climáticos extremos derivados del cambio climático, como olas de calor, incendios forestales, inundaciones y sequías, los cuales elevan la carga cardiovascular global. Se ha documentado que un aumento de 1 °C en la temperatura ambiente se asocia con un incremento del 0,5 % en la morbilidad y del 2,1 % en la mortalidad cardiovascular (2). Las personas mayores de 65 años, y aquellas con enfermedades cardiovasculares preexistentes, son especialmente vulnerables a estos eventos (2).

Además, el ruido ambiental, en especial el proveniente del tráfico vehicular, genera activación crónica del sistema nervioso simpático, hiperactividad del eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenal, aumento de las catecolaminas y del cortisol, y finalmente una mayor incidencia de hipertensión, arritmias, obesidad y enfermedad arterial coronaria (2). Estudios en modelos animales han mostrado que estas respuestas se traducen en inflamación vascular y disfunción endotelial persistente, lo que contribuye a la progresión de la aterosclerosis (2).

Por último, la exposición nocturna a luz artificial excesiva —particularmente en áreas urbanas densas— ha sido relacionada con la alteración del ritmo circadiano, aumento del estrés metabólico, y mayor prevalencia de obesidad, hipertensión arterial y eventos cardiovasculares mayores (2). Se trata de un fenómeno poco atendido desde las políticas públicas, pero con implicaciones sanitarias crecientes en el contexto de la urbanización acelerada.

Frente a este panorama, la salud cardiovascular debe ser entendida como un fenómeno bio-psico-social-ambiental. La reducción de los factores de riesgo ambientales representa una oportunidad concreta y poderosa para disminuir la carga global de enfermedades cardiovasculares y avanzar hacia una salud sostenible. Desde la planificación urbana hasta las políticas energéticas, la cardiología debe ser parte activa de la conversación, el diagnóstico y la solución.

Un marco ético: bioética ambiental y justicia cardiovascular

La integración de la salud ambiental en el ámbito cardiovascular no es únicamente una cuestión científica, sino también un imperativo ético. La exposición desigual a contaminantes ambientales, la vulnerabilidad de ciertos grupos sociales frente al cambio climático, y la creciente brecha en el acceso a espacios saludables hacen visible una injusticia estructural que la bioética clínica y pública no puede ignorar. Desde esta perspectiva, surge con fuerza el concepto de bioética ambiental, entendida como una ampliación del principio de justicia hacia las generaciones futuras y hacia el ecosistema del cual depende la vida (1,2).

La contaminación del aire, el ruido urbano, las olas de calor o la ausencia de áreas verdes afectan desproporcionadamente a los sectores más pobres, racializados o marginados (2). En estos contextos, la enfermedad cardiovascular no solo es un desenlace biológico, sino también un reflejo de exclusión, precariedad y falta de voluntad política. La bioética ambiental interpela a los profesionales de la salud —y en particular a los cardiólogos— a considerar el entorno como parte constitutiva del diagnóstico, la prevención y el tratamiento.

Desde esta óptica, las instituciones de salud tienen la responsabilidad de actuar no solo como centros asistenciales, sino también como actores ambientales activos. Un ejemplo concreto de esta visión es el proyecto desarrollado en el Centro Clínico Marcial Ríos Morillo, conocido como El pulmón del centro clínico, donde se implementaron espacios verdes internos con fines terapéuticos, de mitigación de calor y educación ciudadana (3). Esta experiencia demuestra que es posible incorporar criterios de sostenibilidad y justicia ambiental en la práctica médica cotidiana.

Alineada con los principios del Pacto para el Futuro de la ONU, esta visión propone una medicina centrada en la dignidad humana, la equidad, la salud planetaria y la corresponsabilidad interinstitucional (1). Como señala el documento “El camino hacia la dignidad para 2030”, no hay desarrollo sostenible sin salud, ni salud posible sin un entorno justo, resiliente y limpio (4). La cardiología, en tanto especialidad con alta incidencia, costos y visibilidad, debe liderar este giro paradigmático.

El reconocimiento de los determinantes ecológicos de la salud cardiovascular implica una ampliación del principio de no maleficencia: ya no basta con evitar el daño individual, también debemos prevenir el daño colectivo y ambiental. E implica, además, una renovación del principio de justicia, que demanda proteger a los más vulnerables, garantizar el acceso equitativo a entornos saludables y promover la corresponsabilidad institucional y comunitaria.

 

Propuesta: un convenio cooperativo en el marco de la Fundación Kyoto

Frente a la evidencia científica y al mandato ético que impone la bioética ambiental, se hace urgente articular una respuesta institucional coordinada que permita integrar la salud cardiovascular en la agenda ambiental global. En este sentido, proponemos el diseño e implementación de un convenio cooperativo en el marco de la Fundación Kyoto, que articule los esfuerzos de centros clínicos, universidades, organizaciones no gubernamentales, autoridades sanitarias y ambientales, así como actores internacionales comprometidos con la salud planetaria.

La Fundación Kyoto —cuya misión es promover la justicia climática, la protección del medio ambiente y el desarrollo sostenible— representa un marco ideal para anclar esta propuesta. En sintonía con sus valores, el convenio se orientaría a posicionar a la salud cardiovascular como un indicador sensible y estratégico de sostenibilidad. La afectación del sistema cardiovascular puede y debe ser utilizada como un barómetro sanitario de la crisis ambiental y como un punto de partida para políticas públicas intersectoriales.

Un compromiso desde lo local: el bosque cardioprotector

La Sección de Cardiología Intervencionista del Centro Clínico Marcial Ríos Morillo, como unidad de alta complejidad tecnológica y asistencia crítica, reconoce su huella ecológica y su responsabilidad en el entorno. En coherencia con el modelo de medicina privada socialmente responsable ya iniciado por el equipo a través del proyecto El pulmón del centro clínico (3), esta sección propone asumir la custodia activa del bosque adyacente al centro, consolidándolo como bosque cardioprotector, con funciones terapéuticas, educativas, simbólicas y ecológicas.

Este bosque no solo absorbería parte de la huella de carbono generada por las actividades clínicas, sino que se transformaría en un espacio de sanación integral: para los pacientes, el personal de salud, las comunidades circundantes y el ecosistema. Su cuidado y preservación representarían un acto concreto de coherencia ética, acción local y contribución global.

Objetivos del convenio:

  1. Promover investigación traslacional sobre la interrelación entre salud cardiovascular, polución, estrés térmico y pérdida de áreas verdes.
  2. Fortalecer estrategias de mitigación ambiental en centros de salud, incluyendo la recuperación de entornos naturales como parte de su infraestructura funcional.
  3. Desarrollar programas de formación en salud planetaria y bioética ambiental, con énfasis en el rol del profesional cardiovascular como agente de sostenibilidad.
  4. Consolidar el bosque cardioprotector como un espacio piloto de articulación entre cardiología, urbanismo ecológico, salud pública y restauración ambiental.
  5. Crear alianzas locales e internacionales que respalden la conservación activa de áreas verdes en centros clínicos como parte de los compromisos con los ODS.

Propuesta de gobernanza:

Comité científico-ambiental con representación del Centro Clínico, la Fundación Kyoto, universidades, gobiernos locales y sociedad civil.

Incorporación de un plan de manejo sostenible del bosque, con actividades de monitoreo, educación ambiental y medición de impacto sanitario.

Mecanismos de financiamiento compartido mediante cooperación internacional, fondos verdes y aportes institucionales.

Esta alianza, inspirada en el principio de corresponsabilidad intergeneracional y salud planetaria, busca demostrar que es posible ejercer una medicina de alta calidad técnica y profunda conciencia ecológica. El corazón del bosque puede latir con el corazón de la medicina.

Conclusión: cardiología para un planeta cardioprotegido

El futuro de la salud cardiovascular no puede desligarse del futuro del planeta. La evidencia científica es clara: los determinantes ambientales —la contaminación del aire, el calor extremo, la pérdida de áreas verdes, el ruido urbano y los tóxicos persistentes— inciden de forma directa y acumulativa sobre el sistema cardiovascular (2). Ante esta realidad, continuar practicando una cardiología ajena al contexto ecológico equivale a ignorar una dimensión fundamental del riesgo, del sufrimiento y de la muerte evitable.

No se trata solo de incorporar nuevos factores de riesgo al modelo biomédico, sino de transformar el paradigma clínico y sanitario en clave de sostenibilidad, justicia y responsabilidad global. La cardiología debe convertirse en una especialidad estratégica para la acción climática, asumiendo su influencia sobre políticas públicas, procesos formativos, estructuras hospitalarias, y sobre todo, sobre el imaginario colectivo de lo que significa “salud” en el siglo XXI.

El modelo propuesto desde la Sección de Cardiología Intervencionista del Centro Clínico Marcial Ríos Morillo —que vincula el cuidado del bosque, la reducción de la huella ecológica y la praxis médica— encarna una forma concreta de esta transformación. El bosque cardioprotector no es una metáfora: es una intervención ética, ecológica y clínica, donde el entorno se convierte en agente terapéutico, y donde el hospital deja de ser un enclave aislado para convertirse en actor vivo del ecosistema y de la comunidad.

Esta propuesta, elevada en el marco de un convenio cooperativo con la Fundación Kyoto, aspira a sentar un precedente. No como excepción, sino como modelo replicable. Porque cuidar del corazón —del órgano, del paciente, de la comunidad y del planeta— es hoy una sola y misma tarea.

La cardiología del futuro será ambientalmente responsable o no será. En ella, el latido del corazón humano resonará con el latido del mundo natural.

Referencias

  1. Naciones Unidas. Asamblea General. El Pacto para el Futuro. Resolución A/RES/79/1. Nueva York: ONU; 2024.

  2. Blaustein JR, Quisel MJ, Hamburg NM, Wittkopp S. Environmental impacts on cardiovascular health and biology: an overview. Circulation Research. 2024;134(8):1048–1060. doi:10.1161/CIRCRESAHA.123.323613

  3. Núñez Medina TJ. El pulmón del centro clínico: un modelo de bioética ambiental de la medicina privada socialmente responsable en Venezuela [Internet]. Instituto Educardio; 2024 [citado 2025 Jun 11]. Disponible en: https://institutoeducardio.net/el-pulmon-del-centro-clinico-un-modelo-de-bioetica-ambiental-de-la-medicina-privada-socialmente-responsable-en-venezuela/

  4. Naciones Unidas. Secretario General. El camino hacia la dignidad para 2030: acabar con la pobreza y transformar vidas protegiendo el planeta. Informe de síntesis sobre la agenda de desarrollo sostenible después de 2015. Documento A/69/700. Nueva York: ONU; 2014.

  5. Naciones Unidas. Departamento de Asuntos Económicos y Sociales. Informe sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2023. Nueva York: ONU; 2023. Disponible en: https://unstats.un.org/sdgs/report/2023/

  6. Organización Mundial de la Salud. Ambiente y enfermedades cardiovasculares: hoja informativa [Internet]. Ginebra: OMS; 2023 [citado 2025 Jun 11]. Disponible en: https://www.who.int/news-room/fact-sheets/detail/cardiovascular-diseases-and-the-environment

  7. Keith RJ, et al. Greenspaces and cardiovascular health: a review of the evidence. Circulation Research. 2024;134(8):1061–1075.

  8. Singh M, et al. Heat and cardiovascular mortality: an epidemiological perspective. Circulation Research. 2024;134(8):1076–1089.

  9. Münzel T, et al. Transportation noise pollution and cardiovascular health. Circulation Research. 2024;134(8):1090–1103.

  10. Khraishah H, et al. Understanding cardiovascular and metabolic health effects of air pollution in the context of cumulative exposomic impacts. Circulation Research. 2024;134(8):1104–1118.

  11. Schlezinger JJ, et al. Per- and polyfluoroalkyl substances: links to cardiovascular disease risk. Circulation Research. 2024;134(8):1119–1133.

  12. Pan A, et al. Heavy metal exposure and cardiovascular disease. Circulation Research. 2024;134(8):1134–1147.

  13. Fundación Kyoto. Visión y misión institucional [Internet]. Fundación Kyoto; 2024 [citado 2025 Jun 11]. Disponible en: https://fundacionkyoto.org