Introducción
El año 2025 consolidó una etapa de aceleración sin precedentes en la medicina contemporánea. Los avances en inteligencia artificial, medicina personalizada, terapias génicas, diagnóstico precoz y salud digital han ampliado de forma sustancial las capacidades técnicas para prevenir, diagnosticar y tratar enfermedades (1–3). Sin embargo, este progreso científico no es moralmente neutro. Cada innovación introduce nuevas formas de decidir, priorizar y actuar sobre la vida humana, constituyendo una exhortación ética dirigida tanto al médico como a las instituciones sanitarias (4).
Desde la Declaración Universal sobre Bioética y Derechos Humanos de la UNESCO, el desarrollo científico solo adquiere legitimidad cuando se orienta al respeto de la dignidad humana, la protección de la vulnerabilidad, la justicia en el acceso y la responsabilidad social de la salud como bien humano fundamental (5). En este marco, la tecnología debe permanecer subordinada al juicio clínico y al encuentro terapéutico, evitando la tecnificación acrítica y la medicalización excesiva (6).
En sintonía con En busca de una medicina más humana de Gabriel d’Empaire Yanes y María Eugenia F. de d’Empaire, la bioética clínica se entiende como una ética del día a día, centrada en la proximidad, la deliberación prudente y el cuidado concreto del paciente (7). Integrada con la bioética de las virtudes (8) y el paradigma josegregoriano —prudencia, justicia, humildad, caridad e integridad—, esta perspectiva permite analizar los avances médicos de 2025 como una oportunidad para fortalecer un profesionalismo médico auténticamente humano y orientado al bien común (9).
Inteligencia artificial en medicina
Avance tecnológico y exhortación ética desde la bioética clínica
La incorporación acelerada de la inteligencia artificial (IA) en la práctica médica durante 2025 ha transformado los procesos diagnósticos, la interpretación de imágenes, la estratificación de riesgos y la gestión de grandes volúmenes de datos clínicos (1–3). Estas herramientas prometen mayor precisión diagnóstica y eficiencia asistencial; sin embargo, su aplicación clínica constituye también una exhortación ética que interpela directamente el juicio profesional y la relación médico–paciente (4).
Desde la Declaración Universal sobre Bioética y Derechos Humanos, los intereses y el bienestar de la persona deben prevalecer sobre los de la ciencia o la tecnología, lo que impide delegar decisiones clínicas complejas a sistemas algorítmicos sin deliberación humana (5). La IA, por tanto, debe entenderse como un instrumento de apoyo, nunca como sustituto del discernimiento clínico ni de la responsabilidad moral del médico (6).
Estudio de caso. En 2025, un hospital incorpora un sistema de IA para la estratificación de riesgo cardiovascular a partir de electrocardiogramas y variables clínicas. En un paciente de 62 años, asintomático, el algoritmo identifica “alto riesgo” y sugiere una estrategia invasiva temprana. La evaluación clínica integral, sin embargo, revela buena capacidad funcional, comorbilidades controladas y ausencia de signos de alarma. Tras una deliberación prudente y un diálogo informado con el paciente, se decide optimizar el tratamiento médico y realizar seguimiento estrecho, evitando una intervención invasiva inmediata.
Este escenario evidencia que la IA puede alertar y orientar, pero no reemplazar la comprensión contextual del paciente. En consonancia con En busca de una medicina más humana (7) y con la bioética de las virtudes propuesta por Pellegrino y Thomasma (8), así como con el paradigma josegregoriano, la prudencia, la humildad científica y la integridad profesional se consolidan como criterios indispensables para integrar la IA de forma ética, garantizando que la innovación tecnológica permanezca al servicio del cuidado humano y no lo desplace (9).
Diagnóstico precoz y salud digital
Prevención, proporcionalidad y riesgo de medicalización
En 2025, el desarrollo de herramientas de diagnóstico precoz —incluidos análisis sanguíneos multicáncer, pruebas domiciliarias y dispositivos de monitoreo digital continuo— amplió la capacidad para detectar enfermedades en fases subclínicas (1–3). Estos avances refuerzan una medicina orientada a la prevención; sin embargo, plantean una exhortación ética en torno a la proporcionalidad diagnóstica, el riesgo de sobrediagnóstico y la gestión responsable de la incertidumbre clínica (4).
Desde la Declaración Universal sobre Bioética y Derechos Humanos, la aplicación de tecnologías diagnósticas debe maximizar beneficios y minimizar daños, respetando la dignidad de la persona y protegiendo especialmente a quienes se encuentran en situación de vulnerabilidad (5). El diagnóstico precoz carece de valor ético si no se traduce en un beneficio clínico real o si induce ansiedad, estigmatización o intervenciones innecesarias (6).
Estudio de caso. Un adulto de 55 años, asintomático, accede a una prueba sanguínea multicáncer ofrecida en un programa de salud digital. El resultado reporta una “señal positiva de neoplasia de origen indeterminado”. La evaluación clínica posterior no confirma patología maligna. El paciente desarrolla ansiedad persistente y solicita pruebas repetidas. Tras deliberación clínica, se establece un plan de vigilancia razonable y acompañamiento informativo, evitando procedimientos invasivos innecesarios.
Este escenario ilustra que el diagnóstico precoz requiere prudencia clínica, comunicación clara y deliberación compartida. En consonancia con En busca de una medicina más humana (7) y la bioética de las virtudes, particularmente la prudencia, la templanza y la compasión (8), el paradigma josegregoriano recuerda que diagnosticar es un acto moral orientado al cuidado integral de la persona y no a la mera detección tecnológica (9).
Vacunas, prevención y salud pública
Bien común, solidaridad y responsabilidad social
En 2025, los avances en vacunas y estrategias de prevención ampliaron su impacto más allá del control de enfermedades infecciosas, evidenciando beneficios adicionales en poblaciones vulnerables (1–3). Este progreso reafirma el valor de la prevención como eje central de la medicina contemporánea, pero también plantea una exhortación ética en torno al equilibrio entre autonomía individual, bien común y confianza social (4).
Desde la Declaración Universal sobre Bioética y Derechos Humanos, la salud es un bien social fundamental, y los avances científicos deben promover el acceso equitativo, la solidaridad y la responsabilidad compartida (5). La vacunación adquiere legitimidad ética cuando se fundamenta en información transparente y consentimiento informado (6).
Estudio de caso. Un programa de vacunación en adultos mayores introduce una nueva indicación preventiva con beneficios cardiovasculares adicionales. Tras diálogo ético y deliberación compartida, un paciente inicialmente reticente acepta la vacunación, fortaleciendo la confianza en el sistema sanitario.
Este escenario reafirma que la prevención eficaz requiere solidaridad y responsabilidad social. En consonancia con En busca de una medicina más humana (7) y la bioética de las virtudes, particularmente justicia y caridad (8), el paradigma josegregoriano recuerda que proteger la salud colectiva es expresión concreta del cuidado del prójimo (9).
Justicia sanitaria y acceso a la innovación
Equidad, proporcionalidad y responsabilidad institucional
Los avances médicos de 2025 han incrementado las posibilidades terapéuticas, pero también han profundizado brechas de acceso, planteando una exhortación ética central: evitar que la innovación se convierta en un factor adicional de inequidad (1–3).
Desde la Declaración Universal sobre Bioética y Derechos Humanos, los beneficios de la ciencia deben compartirse equitativamente, y la salud debe considerarse un bien social cuya protección implica responsabilidad institucional (5).
Estudio de caso. Un comité clínico-ético prioriza de forma transparente el acceso a una terapia génica de alto costo, aplicando criterios de justicia distributiva y acompañamiento humano.
Este escenario subraya que la justicia sanitaria exige deliberación ética, transparencia y corresponsabilidad. En sintonía con En busca de una medicina más humana (7) y la bioética de las virtudes (8), el paradigma josegregoriano reafirma que la excelencia médica incluye defender el acceso justo (9).
Conclusiones
Los avances médicos de 2025 representan una expansión extraordinaria de las capacidades científicas, pero también una exhortación ética a repensar el sentido del acto médico (1–4). Desde la Declaración Universal sobre Bioética y Derechos Humanos, la innovación solo es legítima cuando respeta la dignidad humana y promueve justicia y bien común (5).
En sintonía con En busca de una medicina más humana (7), la bioética clínica del día a día se consolida como el espacio donde la innovación se traduce en cuidado responsable. Integrada con la bioética de las virtudes (8) y el paradigma josegregoriano (9), esta visión reafirma que el verdadero progreso médico depende no solo de lo que la ciencia puede hacer, sino de cómo y para quién se hace.
Referencias
- Topol EJ. Deep medicine: how artificial intelligence can make healthcare human again. New York: Basic Books; 2019.
- National Academy of Medicine. Artificial intelligence in health care: the hope, the hype, the promise, the peril. Washington DC: NAM; 2024–2025 update.
- World Health Organization. Ethics and governance of artificial intelligence for health. Geneva: WHO; 2024.
- Pellegrino ED, Thomasma DC. For the patient’s good: the restoration of beneficence in health care. New York: Oxford University Press; 1988.
- Declaración Universal sobre Bioética y Derechos Humanos. París: Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura; 2005.
- Beauchamp TL, Childress JF. Principles of biomedical ethics. 8th ed. New York: Oxford University Press; 2019.
- d’Empaire Yanes G, F de d’Empaire ME. En busca de una medicina más humana: bioética clínica del día a día. Caracas: Dr. Igor’s Palacios Society; 2020.
- Pellegrino ED, Thomasma DC. The virtues in medical practice. New York: Oxford University Press; 1993.
- Núñez Medina TJ. José Gregorio Hernández y el médico virtuoso del siglo XXI: revisión sistemática y metaanálisis de las virtudes médicas. Mérida: Edición digital del autor; 2025.




