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Dignidad en shock: una urgencia que interpela a las políticas para el buen vivir desde la bioética clínica y los Objetivos de Desarrollo Sostenible

Este artículo examina un caso clínico ocurrido en Mérida (Venezuela) como símbolo de los límites del sistema sanitario público y la fuerza solidaria del sector privado. Desde la perspectiva de la bioética clínica y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), se analiza cómo una urgencia coronaria desvela brechas estructurales que comprometen el derecho efectivo a la salud. En un país donde el infarto agudo de miocardio es causa principal de muerte prematura, esta reflexión interpela al modelo socioeconómico vigente y propone una ética del cuidado que articule dignidad, justicia y políticas públicas para el buen vivir.

Dignidad en shock: una urgencia que interpela a las políticas para el buen vivir desde la bioética clínica y los Objetivos de Desarrollo Sostenible

Este artículo examina un caso clínico ocurrido en Mérida (Venezuela) como símbolo de los límites del sistema sanitario público y la fuerza solidaria del sector privado. Desde la perspectiva de la bioética clínica y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), se analiza cómo una urgencia coronaria desvela brechas estructurales que comprometen el derecho efectivo a la salud. En un país donde el infarto agudo de miocardio es causa principal de muerte prematura, esta reflexión interpela al modelo socioeconómico vigente y propone una ética del cuidado que articule dignidad, justicia y políticas públicas para el buen vivir.

Un infarto que desnuda los límites del sistema público y la vocación solidaria del sector privado

En la madrugada de este jueves santo, un alto directivo de la Corporación de Salud del Estado Mérida —paciente con antecedentes de diabetes mellitus tipo 2, hipertensión arterial y tabaquismo activo— sufre un infarto agudo de miocardio con elevación del segmento ST (IAMCEST). Es trasladado al Instituto Autónomo Hospital Universitario de Los Andes (IAHULA), centro de referencia regional en cardiología.

Allí se constata que el servicio de cardiología intervencionista no está operativo: no hay disponibilidad de hemodinamistas, no se cuenta con catéteres ni material para realizar una intervención coronaria percutánea primaria (angioplastia), y los medicamentos esenciales deben ser adquiridos por los familiares. Tampoco hay acceso inmediato a una unidad coronaria funcional ni monitoreo continuo. Ante la imposibilidad de aplicar el tratamiento de reperfusión ideal, se administra una trombólisis con fármaco anacrónico, sin los recursos clínicos adecuados para seguimiento intensivo. El paciente sobrevive a la fase aguda, aunque con pronóstico incierto.

Lo extraordinario ocurre después: gracias a la acción diligente y comprometida de sus colegas, y a un gesto de solidaridad humanitaria por parte de una clínica privada, se logra realizar un cateterismo cardíaco de rescate que cambia favorablemente el curso de su evolución clínica.

Este episodio, lejos de ser una excepción, visibiliza los profundos desafíos estructurales que enfrentan los sistemas de salud pública en contextos de crisis, al tiempo que evidencia la vocación ética del personal médico y el compromiso solidario de instituciones privadas que, incluso en entornos adversos, eligen no abandonar. En el marco de la bioética clínica y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), esta experiencia interpela al modelo socioeconómico vigente y subraya la urgencia de garantizar el derecho efectivo a la salud, la equidad terapéutica y la dignidad en el cuidado.

Panorama del infarto agudo de miocardio en Venezuela: emergencia clínica y clamor bioético

El caso que da origen a esta reflexión no es un hecho aislado. En Venezuela, el infarto agudo de miocardio (IAM) no solo representa una emergencia clínica creciente, sino también una expresión del colapso de la capacidad institucional para responder a condiciones críticas de salud pública. Las enfermedades cardiovasculares (ECV) constituyen la primera causa de muerte en el país, representando aproximadamente el 24% del total de defunciones y el 43% de las muertes por enfermedades no transmisibles. Dentro de este grupo, la cardiopatía isquémica, y en particular el IAM, lidera las estadísticas de mortalidad (1).

Según estimaciones recientes, en el año 2021 ocurrieron aproximadamente 40.260 muertes por cardiopatía isquémica, equivalente al 14.7% de la carga total de mortalidad en Venezuela. La tasa de mortalidad cardiovascular nacional se ubicó en 148 por cada 100.000 habitantes, superando el promedio regional, con mayor impacto en hombres (283) que en mujeres (215)(1).

Aún más preocupante es la alta tasa de muertes prematuras, ya que un 38% de estas defunciones ocurre antes de los 70 años, afectando de manera directa a la población económicamente activa. En términos de morbilidad, las ECV representaron el 13.8% de los años de vida saludable perdidos (AVISA) en el país, con un total superior a 867.000 años perdidos por muerte prematura y discapacidad asociada(1).

En cuanto a la respuesta sanitaria, las cifras revelan una situación alarmante:

  • Se estimaron 37.658 nuevos casos de IAM en 2021, con una tasa de letalidad del 54%.
  • El Sistema Nacional de Vigilancia Epidemiológica reportó solo 2.685 casos incidentes, pese a que se estiman 18.752 muertes por IAM, lo que refleja una brecha crítica en el registro, el diagnóstico y el tratamiento oportuno(1).
  • Solo el 5% de los centros hospitalarios de referencia cuentan con capacidad para realizar angioplastia primaria 24/7, y más del 80% no disponen de servicio de hemodinamia funcional(1).

De mantenerse esta tendencia, se proyecta que para 2030 las enfermedades cardiovasculares podrían provocar hasta 76.000 muertes anuales, con una tasa de mortalidad de 385 por cada 100.000 habitantes, representando el 33% del total de fallecimientos en el país(1).

Estos datos no solo ilustran una crisis clínica, sino que interpelan directamente al modelo de desarrollo socioeconómico vigente. Frente a esta realidad, la bioética clínica y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) se presentan como marcos ineludibles para repensar la salud pública, la equidad terapéutica y el deber moral de garantizar el acceso universal a tratamientos oportunos y de calidad.

 El giro bioético de los ODS: de lo técnico a lo humano

En 2015, el informe de Naciones Unidas El camino hacia la dignidad propuso un cambio de paradigma: colocar la dignidad humana como el núcleo ético de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)(2,3). Ya no se trataba solo de eliminar la pobreza o mejorar los indicadores sanitarios, sino de restaurar la justicia social, el acceso equitativo y el respeto por la vida en todas sus formas.

Este giro representa una transición desde una ética de los fines (eficiencia, productividad, impacto) a una ética del cuidado, donde la vida humana no puede quedar subordinada al costo-beneficio ni a las condiciones del mercado.

 Cuando el desarrollo fracasa: urgencias sin respuesta

El Informe de los ODS 2023 confirma el retroceso global: más del 50 % de las metas están fuera de curso, y cerca del 30 % han revertido al nivel de 2015(3). La inequidad en el acceso a servicios esenciales ha crecido, y el ODS 3 (salud y bienestar) enfrenta retrocesos severos en países con sistemas de salud precarios.

Este colapso se agrava en contextos como Venezuela, donde la crisis económica, las sanciones internacionales y la corrupción estructural han debilitado la atención pública y empujado a las clínicas privadas a una lógica de mercado excluyente. Cuando un paciente crítico no tiene acceso a trombólisis de última generación, ni al cateterismo urgente, no es solo una falla médica: es un fracaso del desarrollo humano.

 Urgencias bioéticas en tiempos de colapso

La bioética clínica, en este contexto, se convierte en un acto de resistencia y reflexión:

  • ¿Cómo priorizar recursos cuando hay escasez?
  • ¿Qué implica aplicar justicia distributiva en una emergencia?
  • ¿Es ético continuar prácticas médicas con recursos obsoletos sin transparencia ante el paciente?

Desde la urgencia de un infarto hasta la necesidad de una reforma sistémica, la bioética exige repolitizar la salud, volver a colocar la dignidad humana como referencia última de las decisiones clínicas y de las políticas públicas.

Conclusión: Volver a mirar el rostro humano del desarrollo

La situación vivida por un alto directivo de la salud ante un infarto agudo de miocardio pone en evidencia desafíos urgentes en la capacidad institucional para responder a emergencias críticas. Más allá del evento clínico, este caso invita a una reflexión profunda sobre la necesidad de fortalecer los sistemas de salud desde una ética del cuidado, centrada en la dignidad de cada persona.

Tanto los Objetivos de Desarrollo Sostenible como el Plan de la Patria plantean compromisos que trascienden lo técnico: nos llaman a garantizar que el bienestar y la vida no dependan del azar ni de las brechas de acceso. La bioética clínica, en este contexto, emerge como un puente entre la urgencia médica y la transformación social, recordándonos que la salud es un derecho y un bien colectivo que interpela a todos los sectores por igual.

Referencias 

  1. Naciones Unidas. El camino hacia la dignidad para 2030: acabar con la pobreza, transformar vidas y proteger el planeta [Internet]. Nueva York: Naciones Unidas; 2015 [citado 2025 abr 18]. Disponible en: https://digitallibrary.un.org/record/785641
  2. Naciones Unidas, Departamento de Asuntos Económicos y Sociales. The Sustainable Development Goals Report 2023 [Internet]. Nueva York: United Nations; 2023 [citado 2025 abr 18]. Disponible en: https://unstats.un.org/sdgs/report/2023
  3. Asamblea General de las Naciones Unidas. Pacto para el Futuro: Resolución A/RES/79/1 [Internet]. Nueva York: ONU; 2024 [citado 2025 abr 18]. Disponible en: https://undocs.org/es/A/RES/79/1
  4. República Bolivariana de Venezuela. Plan de la Patria 2019–2025: Segundo Plan Socialista de Desarrollo Económico y Social de la Nación [Internet]. Caracas: Gobierno Bolivariano de Venezuela; 2019 [citado 2025 abr 18]. Disponible en: https://www.vicepresidencia.gob.ve/documentos/plan-de-la-patria-2019-2025/