La Cardiología Intervencionista en Venezuela: Impacto Económico y Social. Un Enfoque en los Objetivos de Desarrollo Sostenible
Tulio José Núñez Medina
Cardiólogo Intervencionista
Resumen
La cardiología intervencionista no solo salva vidas, sino que también tiene un efecto multiplicador en la economía y la sociedad. Cada procedimiento exitoso evita costos futuros asociados con el tratamiento de complicaciones más graves y reduce la carga financiera sobre los sistemas de salud públicos. Además, al prolongar la vida productiva de los pacientes, se fortalece el tejido económico y social del país.
A pesar de sus beneficios, la cardiología intervencionista enfrenta desafíos importantes en Venezuela, como el acceso limitado a tecnologías avanzadas y la falta de infraestructura adecuada. Sin embargo, estas barreras también presentan oportunidades para desarrollar políticas innovadoras y asociaciones público-privadas que mejoren la cobertura y accesibilidad de estos servicios esenciales.
La cardiología intervencionista es un componente esencial para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible en Venezuela. Su integración en las políticas de salud pública y su apoyo a través de la colaboración multidisciplinaria no solo mejorarán la salud cardiovascular, sino que también impulsarán el desarrollo económico y social del país. Se requiere un compromiso continuo para garantizar que todos los venezolanos tengan acceso a estos tratamientos que salvan vidas y contribuyen al bienestar general de la sociedad.
Introducción
La cardiología intervencionista trasciende el ámbito de la salud, posicionándose como un catalizador para el desarrollo socioeconómico y un componente clave en el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible en Venezuela. Fortalecer los servicios de cardiología intervencionista y de cirugía cardiovascular en el Sistema Nacional de Salud representa una oportunidad tangible para transformar el panorama de salud y contribuir al bienestar y progreso del país.
En efecto, la cardiología intervencionista se erige como una de las subespecialidades médicas con mayor avance científico y tecnológico a nivel global, con un impacto significativo en el desarrollo económico y social. Esta especialidad se alinea de manera directa con múltiples Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030 de las Naciones Unidas, particularmente en lo referente a salud, reducción de desigualdades y promoción del crecimiento económico sostenible(1-5).
En Venezuela, sin embargo, la profunda crisis del sistema de salud ha limitado gravemente el acceso oportuno y equitativo a los servicios de cardiología intervencionista y cirugía cardiovascular(2,3). Esta situación ha contribuido a una elevada mortalidad prematura y discapacidad por enfermedades cardiovasculares, especialmente en el caso del infarto agudo de miocardio (IAM), lo que impacta negativamente la productividad y estabilidad socioeconómica de la nación(2,3).
Así, el ODS 3 (Salud y Bienestar) busca garantizar una vida sana y promover el bienestar para todas las personas(5). En este sentido, la cardiología intervencionista desempeña un papel crucial mediante procedimientos avanzados, como la intervención coronaria percutánea, que permiten reducir de manera significativa la mortalidad cardiovascular y mejorar la calidad de vida de los pacientes(5). Estudios internacionales demuestran que estas intervenciones reducen hasta en un 30% la mortalidad en pacientes con síndrome coronario agudo(5,6).
Además, la cardiología intervencionista favorece el ODS 1 (Fin de la Pobreza) al reducir la carga de sufrimiento y discapacidad por enfermedad cardiovascular para las personas, familias y comunidades. Esta subespeciliadad, también contribuye a mitigar el riesgo de empobrecimiento debido a tratamientos prolongados y a los costos asociados con las complicaciones de la enfermedad cardiovascular sin tratamiento adecuado.
Al reducir la pérdida de productividad por discapacidad y muerte prematura debido a enfermedad cardiovascular, la cardiología intervencionista protege la estabilidad económica de los hogares y se evita la disminución de la productividad tanto a nivel familiar como en la economía nacional . De este modo, las enfermedades cardiovasculares, al ser abordadas oportunamente, dejan de ser un factor que contribuye a la pobreza y el hambre, evitando consecuencias negativas para el logro de los objetivos de desarrollo convenidos internacionalmente. Al preservar la salud cardiovascular de la población económicamente activa, la cardiología intervencionista también se alinea con el ODS 8 (Trabajo Decente y Crecimiento Económico), favoreciendo la continuidad laboral y la productividad(5,6).
La equidad en el acceso a tratamientos médicos avanzados, promovida por el ODS 10 (Reducción de las Desigualdades), es otro aspecto crítico en el contexto venezolano(1,3). En consecuencia, el acceso desigual a la cardiología intervencionista no solo perpetúa la inequidad en salud, sino que también amplía las brechas socioeconómicas(3-5). La implementación de políticas públicas que prioricen la infraestructura hospitalaria y la capacitación del personal médico es esencial para abordar esta problemática.
Superar los desafíos actuales requiere una colaboración multisectorial, integrando al sector público, privado y organismos internacionales. Se necesita una inversión sostenida en infraestructura, tecnología médica y programas de formación continua para especialistas en cardiología intervencionista, lo que permitiría no solo salvar vidas, sino también promover un desarrollo sostenible en Venezuela.
Panorama Epidemiológico de las Enfermedades Cardiovasculares en Venezuela
Venezuela enfrenta una epidemia de enfermedades cardiovasculares (ECV) de grandes proporciones. En 2021, la cardiopatía isquémica fue la segunda causa específica de muerte en el país, causando 40.260 defunciones, lo que representa el 14.52 % de la mortalidad total y el 61 % de la mortalidad cardiovascular. Además, el 38 % de estas muertes ocurrieron de manera prematura, afectando a la población en su etapa más productiva(3).
La crisis asistencial en Venezuela se ve reflejada en la falta de políticas públicas efectivas, la escasa cobertura de atención especializada y la discordancia en los registros epidemiológicos (2).A pesar de la alta mortalidad por infarto de miocardio (IM), las estadísticas oficiales reportan un número de casos incidentes significativamente inferior al real, evidenciando una crisis en la calidad del registro y atención médica del IM en el Sistema Público Nacional de Salud (2,3).
Si esta tendencia continúa, se estima que para el 2030 las ECV podrían causar 76.000 muertes anuales, representando el 33 % de la mortalidad total del país, con una tasa de mortalidad de 385 por cada 100.000 habitantes (2,3). Estos datos colocan a Venezuela como uno de los países más rezagados de las Américas en el cumplimiento de las metas globales de reducción de la mortalidad prematura por ECV (2,3).
Aplicación del Enfoque Global al Caso Venezolano
La falta de integración de la cardiología intervencionista y la cirugía cardiovascular en las políticas de salud nacionales e internacionales es un desafío global, especialmente en países de bajos y medianos ingresos como Venezuela(1-3). Una amplia mayoría de la población venezolana no tiene acceso a la atención cardiovascular oportuna, particularmente a los servicios de cardiología intervencionista y cirugía cardiovascular, lo que perpetúa la alta carga de morbilidad y mortalidad cardiovascular(2,3).
La experiencia internacional demuestra que, sin una inclusión explícita de la atención cardiovascular en las políticas de salud, cualquier avance en los sistemas quirúrgicos y de emergencia quedará incompleto(1). En Venezuela, esto se traduce en una brecha significativa en la capacidad de atención cardiovascular, lo que impide alcanzar plenamente los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), particularmente el ODS 3 (Salud y Bienestar) y el ODS 10 (Reducción de las Desigualdades)(2,3).
El enfoque global sugerido por Vervoort(1) destaca la importancia de crear planes nacionales de salud que incluyan de manera integral la cardiología intervencionista y la cirugía cardiovascular, alineándose con iniciativas internacionales como los National Surgical, Obstetric, and Anesthesia Plans (NSOAPs), pero con un enfoque específico en la salud cardiovascular(1). La implementación de estos planes permitiría desarrollar la infraestructura necesaria, capacitar al personal de salud y establecer presupuestos adecuados para abordar las necesidades críticas de la población venezolana(1-3).
La Cardiología Intervencionista y su Contribución a los ODS
La cardiología intervencionista, al igual que la cirugía cardiovascular, es esencial para alcanzar los objetivos de la agenda global de desarrollo sostenible (ODS) debido a su impacto directo en la salud y el bienestar de la población(1-5). De acuerdo con el estudio de Ghandour y colaboradores (5), la cirugía cardiovascular influye en 15 de los 17 ODS, y la cardiología intervencionista comparte muchos de estos puntos de intersección(1). Además, la cardiología intervencionista tiene un papel crucial en la prevención, tratamiento y rehabilitación de las enfermedades cardiovasculares, lo cual no solo mejora la calidad de vida de los pacientes, sino que también contribuye a la estabilidad económica y social, reduciendo las desigualdades en el acceso a la salud(1,5).
ODS 3: Salud y Bienestar
La cardiología intervencionista mejora el acceso a procedimientos críticos como la angioplastia y la implantación de stents, reduciendo la mortalidad por enfermedades cardiovasculares, que son la principal causa de muerte a nivel mundial. Además, la prevención y el tratamiento efectivos de las enfermedades cardiovasculares contribuyen a la reducción de la mortalidad prematura y a la promoción del bienestar en todas las edades.
ODS 1: Fin de la Pobreza
El acceso a una atención cardiovascular oportuna y asequible puede evitar que las familias caigan en la pobreza debido a los altos costos médicos. La prevención de eventos cardíacos graves también mantiene la capacidad productiva de los individuos, evitando pérdidas económicas significativas para las familias y la economía nacional.
ODS 8: Trabajo Decente y Crecimiento Económico
Las enfermedades cardiovasculares no tratadas pueden llevar a la pérdida de productividad debido a la discapacidad o muerte prematura. La cardiología intervencionista permite que los pacientes se recuperen rápidamente y vuelvan a sus actividades laborales, lo que contribuye al crecimiento económico sostenible.
ODS 10: Reducción de las Desigualdades
En Venezuela, la accesibilidad a la cardiología intervencionista puede reducir las desigualdades en salud. Implementar programas que permitan el acceso equitativo a estos procedimientos mejora la equidad social y reduce las disparidades entre diferentes grupos socioeconómicos.
Beneficios Económicos y Sociales de la Cardiología Intervencionista
La cardiología intervencionista no solo salva vidas, sino que también tiene un efecto multiplicador en la economía y la sociedad(1,4,5). Cada procedimiento exitoso evita costos futuros asociados con el tratamiento de complicaciones más graves y reduce la carga financiera sobre los sistemas de salud públicos(1,4,5). Además, al prolongar la vida productiva de los pacientes, se fortalece el tejido económico y social del país(1,4,5).
Desafíos y Oportunidades en Venezuela
A pesar de sus beneficios, la cardiología intervencionista enfrenta desafíos importantes en Venezuela, como el acceso limitado a tecnologías avanzadas y la falta de infraestructura adecuada. Sin embargo, estas barreras también presentan oportunidades para desarrollar políticas innovadoras y asociaciones público-privadas que mejoren la cobertura y accesibilidad de estos servicios esenciales.
Conclusión.
La cardiología intervencionista es un componente esencial para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible en Venezuela. Su integración en las políticas de salud pública y su apoyo a través de la colaboración multidisciplinaria no solo mejorarán la salud cardiovascular, sino que también impulsarán el desarrollo económico y social del país. Se requiere un compromiso continuo para garantizar que todos los venezolanos tengan acceso a estos tratamientos que salvan vidas y contribuyen al bienestar general de la sociedad.
Referencias
1.- Vervoort D. Cardiac Surgery, Interventional Cardiology, and the Sustainable Development Agenda: From Heart Teams to Health Policy. JACC Adv 2024;3:101187.
2.- Núñez Medina, T., Finizola, V., Donis, J., García, E., Dávila-Spinetti, D., Mayorga, J., Martínez, J., Núñez-Valero, T., & Finizola, B. (2014). Bases epidemiológicas para la creación de sistemas regionales de reperfusión coronaria de emergencia en la República Bolivariana de Venezuela: estimación del número anual de infartos agudos de miocardio con elevación del segmento ST. Avances Cardiol, 34(3), 181-192.
3.- Núñez Medina, T. J. (2024, 3 de agosto). Infarto de Miocardio en Venezuela: S.O.S. Instituto Educardio. https://institutoeducardio.net/infarto-de-miocardio-en-venezuela-s-o-s/.
4.- Organización Panamericana de la Salud (2011). Consulta regional: prioridades para la salud cardiovascular en las Américas. Mensajes claves para los decisores. Washington, D.C.: OPS. ISBN 978-92-75-33226-9.
5.- Ghandour, H., Vervoort, D., Ravishankar, R., & Swain, J. B. D. (2022). Cardiac surgery and the sustainable development goals: a review. The Cardiothoracic Surgeon, 30(14).