- Una devoción que nace de la experiencia personal
Mi vivencia de la fe católica, profundamente arraigada desde la infancia, ha estado marcada por la figura del Dr. José Gregorio Hernández, en cuyo hospital, en Trujillo, vine al mundo. Su imagen ha estado siempre presente en mi hogar, en mis oraciones y en los momentos más difíciles de mi vida personal y familiar.
Originario del municipio Trujillo —la antigua Nuestra Señora de la Paz de Trujillo— enclavado en el Valle de los Mukas, al occidente de Venezuela, crecí rodeado de una devoción popular intensa hacia quien muchos, como yo, consideramos un santo e intercesor milagroso. Estoy convencido de que su presencia ha sido parte de las bendiciones que he recibido a lo largo del camino. Para mí, es mucho más que una figura venerada: es una presencia espiritual constante, cercana y significativa.
- Ciencia y espiritualidad en una sola figura
Pero también reconozco en José Gregorio Herenández una figura de ciencia: un médico ejemplar, investigador riguroso y pionero de la medicina moderna en Venezuela. Su vida encarna una admirable síntesis de fe, razón, ética y vocación de servicio. Es, sin duda, una presencia que trasciende lo espiritual: una figura tanto científica como espiritual que me acompaña de forma constante y profundamente significativa.
Esa doble dimensión, tan propia de José Gregorio Hernández —la del hombre de ciencia y la del hombre de fe—, es precisamente lo que le otorga un lugar singular en la conciencia colectiva venezolana. Y es también lo que vuelve especialmente delicado el uso de su imagen en espacios institucionales. ¿Cómo representar una figura que encarna creencias profundas y, al mismo tiempo, ideales universales del ejercicio médico? ¿Dónde trazar el límite entre homenaje y neutralidad, entre identidad espiritual y compromiso gremial?
- La figura de José Gregorio en el ámbito institucional
Precisamente por esa conexión sincera y profunda con el legado humano y espiritual del Dr. José Gregorio Hernández, siento el deber de plantear —desde el respeto y sin ánimo de controversia— una reflexión bioética sobre el uso de su imagen como símbolo institucional del Colegio de Médicos del Estado Mérida. No se trata de minimizar su grandeza ni de desconocer su valor moral y trascendencia espiritual. Más bien, propongo que nos preguntemos, con serenidad y sentido institucional, si resulta justo, prudente y éticamente adecuado que una figura beatificada, con connotaciones religiosas explícitas, sea adoptada como imagen oficial en una institución que, por naturaleza, debe ser plural, científica y laica.
- ¿Homenaje o conflicto ético?
La figura de José Gregorio Hernández ocupa un lugar privilegiado en el imaginario médico y espiritual de Venezuela. Su vida, dedicada al estudio, la docencia y el servicio a los más necesitados, le ha valido el reconocimiento no solo como pionero de la medicina moderna en el país, sino también como referente ético y, recientemente, como beato de la Iglesia católica. En este contexto, resulta comprensible que el Colegio de Médicos del Estado Mérida haya optado por adoptarlo como símbolo institucional.
Sin embargo, este gesto, cargado de valor emocional y simbólico, también abre un espacio legítimo para la reflexión gremial y ética. ¿Qué implica, en una institución de carácter público, adoptar una figura religiosa como imagen representativa? ¿Puede una entidad gremial asumir una figura con fuerte carga espiritual sin comprometer su neutralidad institucional? ¿Cómo se percibe esta decisión desde el prisma del pluralismo, la bioética, el ejercicio profesional y el compromiso social?
- Espiritualidad y lucha gremial: compatibilidad posible
Las preguntas anteriores no surgen desde el rechazo, sino desde la necesidad de analizar colectivamente el sentido de nuestras representaciones simbólicas, especialmente en tiempos en los que el rol del médico, su identidad gremial y su responsabilidad social requieren ser repensados desde una mirada plural, crítica y propositiva.
Espiritualidad y lucha gremial no se excluyen. En la figura de José Gregorio Hernández, ambas dimensiones conviven con fuerza. Su legado demuestra que es posible defender la dignidad médica, luchar por una salud pública más justa y mantener una ética profesional sólida sin renunciar a la fe, siempre que esta se viva como inspiración, no como imposición. En su ejemplo, encontramos una guía para construir un gremio más humano, ético y comprometido.
- Hacia un compromiso institucional genuino
La figura de José Gregorio Hernández puede y debe ser un faro que oriente la misión del Colegio de Médicos del Estado Mérida: luchar por condiciones dignas para el ejercicio médico, defender la salud pública y promover la formación científica, humanística y ética de los profesionales. Su imagen no es simplemente un símbolo; es un llamado permanente a construir una medicina más humana, profesional y solidaria. Utilizarla como representación institucional es apropiado en la medida en que se traduzca en un compromiso gremial genuino con la vida, la justicia social y la ética médica.
Ahora, la imagen venerable del Dr. José Gregorio Hernández desde la sede del Colegio de Médicos del Estado Mérida, contempla —silenciosa y serena— los grandes conflictos éticos de la medicina moderna, en Mérida, en Venezuela y en el Mundo.
Tulio José Núñez Medina
Cardiólogo Clínico e Intervencionista
Bioética Clínica,
Cátedra Internacional de Bioética Jérôme Lejeune